martes, 18 de abril de 2017

El Cadillac Presidencial a restauración



El vehículo es restaurado en un taller ubicado en el barrio porteño de Villa Real (a pasitos de Beiró y General Paz) como paso previo a formar parte del inventario del Museo de la Casa Rosada. Pero antes de hablar de eso, es menester terminar de arranque con la etiqueta "Cadillac de Perón" y con que haya sido donación o regalo.

El fundador del Partido Justicialista ordenó adquirirlo, pero nunca llegó a utilizarlo porque llegó después del 16 de septiembre de 1955, cuando fue derrocado por la autoproclamada Revolución Libertadora. Al menos en Internet no hay fotografías que lo muestren arriba de él cuando regresó a la Argentina y en las imágenes de la asunción del tercer mandato (12 de octubre de 1973) se lo ve subido al Rambler Ambassador -fabricado en la Argentina por IKA- que hoy atesora el Complejo Museográfico Provincial "Enrique Udaondo" de Luján.




El Cadillac descapotable recién comenzaría a ser utilizado por los miembros de la Libertadora; luego por Arturo Frondizi; Arturo Illia; Jorge Videla; Raúl Alfonsín, en la asunción; y hasta Hugo Chávez, quien en 2006 dio un paseo breve por los jardines de Olivos junto al entonces ministro Julio De Vido. Pero entonces el vehículo arrastraba problemas de temperatura que en un desfile obligaron al chofer a colocarle una bolsa con hielo en la bomba de nafta y más tarde a injertarle un improvisado electro ventilador.

A mediados de los 90, el Cadillac había participado en la película Eva Perón de Juan Carlos Desanzo, cuyo asistente de dirección, Claudio Reiter, recuerda ahora que el vehículo "andaba perfecto" y lo utilizaron varios días sin inconvenientes, siempre a cargo de un chofer de Presidencia (Luis Acuña, fallecido el año pasado). Rieter asegura que al Cadillac lo sacaban de una cochera de la CGT en la calle Azopardo, sin embargo también es un mal recuerdo. Es más probable que estuviera en el garaje de Presidencia de Leandro N. Alem, entre Córdoba y Tres Sargentos, donde todavía se guarda un Lincoln Continental blindado que fue donado por Ford o en la misma Quinta de Olivos, donde habrá compartido el paso del tiempo con un Renault 25 que Alfonsín adoraba.




Lo primero que quiere aclarar Luis Spadafora, director del Museo del Automóvil, es que la puesta en valor del Cadillac fue convocada por el Gobierno y no representará gasto alguno para el Estado. La secretaría general de la Presidencia llamó a la entidad al comienzo de este segundo semestre y ellos lo retiraron de Olivos con un protocolo celoso que incluyó camioneta camilla propia y dos patrulleros de custodia. Spadafora se comprometió a terminar los trabajos antes de los 120 días, pero al iniciarlos encontraron imponderables que obligarán a retrasarlos dos meses. "Pensábamos que tenía la pintura original (negra), e íbamos a neutralizarla para repintarla con productos más modernos, pero encontramos que se había removido, entonces tuvimos que ir a la chapa", relata. El código del color de la pintura está en una chapa ubicada en el motor donde también figura el número de style 556267X (año de fabricación, 55; serie 62; y modelo 67X). Hay que decir que en su momento se lo pensó para satisfacción de millonarios y en aquellos años 50 era el auto de lujo más vendido.

La carrocería tenía una abolladura en el capot producto de la patada de un caballo de Granaderos (custodia presidencial) y un raspón al costado gentileza de la tranquera de la Sociedad Rural. También tiene grabado en pintura blanca el dominio con el que fue patentado (434676), que en la época de Illia llevaba colgado en las chapas reglamentarias y no como ahora que luce tremenda placa de bronce con escudo argentino.




El resto se mantiene intacto: chasis, paragolpes, baguetas, tablero, vidrios, ópticas, manijas en general y parte de la capota; no así el tapizado de fábrica, oculto por una cuerina de mala calidad colocada en los últimos años. Si bien recuperarán el cuero original casi en su totalidad, hay partes donde será preciso reemplazarlo por una imitación.

"Este no es un auto convencional, es un auto histórico. Y queremos mantener el espíritu del auto y preservar al máximo las piezas originales", explica Spadafora, mientras alrededor seis personas meten mano en el vehículo como verdaderos artesanos.

El motor -un V8 de casi siete litros de cilindrada y un árbol de levas que podía desplegar hasta 180 km/h- acusa poco más de 18 mil kilómetros y aunque no tiene grandes inconvenientes recibirá un reemplazo de correas, mangueras, kit de carburación, sistema hidráulico, dirección y frenos.

Las cubiertas Firestone (tamaño 820/15, tazas con el logo de Cadillac y ¡llantas vulgares de chapa!) no son las originales -por supuesto- y también serán reemplazadas, al igual que el tanque de nafta (de 70 litros) y el caño de escape por piezas en acero inoxidable.

El baúl -que para dimensionar el tamaño bastaría decir que lleva el auxilio "parado"- corona una carrocería que con los paragolpes y adornos mide 6,80 metros, pero con los años de historia que atesora son muchísimos más.




Fuente: La Nación